Aquí estoy, sentado delante de mi escritorio, con la mirada y la mente en el vacío. Pensando sin pensar, poniendo mis pensamientos en el infinito con un litro de cerveza a mi lado. Escribiendo; fluyendo la pluma sobre el papel con la soltura con la que el viento desgasta las montañas con el paso del tiempo. No pienso, solo escribo. Por placer simplemente; por que son las 04:55 y no tengo nada que hacer. Dormir es demasiado aburrido y estar despierto es insoportable. Estrella Levante mirándome de manera gélida a los ojos…
No puedo más. Estoy reventao. En cualquier momento me caeré hacia adelante y me abriré la cabeza contra el pico afilado de este mismo relato. Me daré de lleno con el principio y me iré desangrando poco a poco, dando libertad a mis pensamientos y mis pequeñas locuras personales para así conseguir escribir, tras acabar maltrecho, el final.
Creo que me estoy cayendo. Ya no veo las cosas claras. Noto cierto cansancio para pensar y escribir. El golpe es inevitable. Estoy haciendo un salto base desde mi alma sin paracaidas. Me la voy a dar de lleno con mi egocentrismo y voy a estamparme. Puré de intento-de-escritor, eso es lo que voy a ser.
Ya no estoy.
O si.
Tal vez ahora que he explotado puedo ver lo que llevo dentro.
No hay nada. Solo sangre y casquería.
A saber cómo lo han hecho. A saber cómo todos esos poetas, escritores y filósofos han sido capaces de escribir todos esas historias, cuentos y trozos de sus propias almas bajo los efectos de la inexistencia. Esa gente que murió sin saber que no irías al infierno por matar, ni al Edén por resucitar. Esa gente, como yo, que miro las agujas del reloj pasar, simplemente, esperando… Esperando un desenlace tan épico y digno de un guión de película en mi vida. Mientras tanto, fantaseo bajo la lluvia de mi desamparo, esperando que el semáforo se ponga en ámbar para poder cruzar a toda velocidad y ponerle algo de emoción y riesgo a mi paranoia.
Todos lo intentamos de algún modo. Todos queremos vivir buscando la respuesta a la muerte sin cruzárnosla de cara. Somos unos cobardes, siempre esquivos, raudos ante el peligro…
10:47
Qué cojones acabo de escribir.
En realidad no lo se, solo recuerdo el litro de Estrella Levante.
Esto no es poesía 
La tragicomedia y agonia de hilar las ideas para que terminen en un texto. Interesante, saludos desde Tijuana Mexico, gracias por leerme en Literariedad, soy Alicia González, la del texto de los lunes de funeral.
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Gracias por leerme y opinar. Siempre ayuda. Interesante lo tuyo que leí. Un cordial saludo desde Murcia, España.
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Que bueno que las letras viajen, sigamos escribiendo!
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