Ahora es el momento.
Es el instante
en el que te has rendido
a todo:
a la sociedad
a la escuela
a la política
a la guerra
al dinero
al sueldo
al trabajo mal pagado
al frío
al invierno
a los profesores locos por dentro
a la locura oculta en los vivos
a la serenidad
evidente
en los muertos.
Pero nunca te rindas
ante el verso.
Tú eres más que
eso.
Tú lo sobrepasas.
Tú lo muerdes.
Es tu hueso
Y tú eres
El Perro.
Ladra.
Ladra a todo el mundo.
Ladra por lo que más quieras
y logra
tu hueso.
Aúlla todo lo que puedas
dentro
de ti.
Ante la Luna.
Ante el Sol.
Ante las estrellas
y el macabro
invierno.
Hazlo
en el ocaso de tu suerte.
Pero vívelo
en ti.
Protégelo de atacantes
y de
extraños.
Y nunca des tu hueso.
Mantenlo tuyo.
Tenlo hasta el fin.
Pero no le tengas
ningún respeto.
Si lo mantienes tuyo
Él te respetará
a ti.
Eres su dueño.
Lo mantendrás
ahí
dentro.
En tu caseta.
Nunca lo saques
al caótico
jardín.
Nadie.
Nadie te joderá
si lo guardas
en ti.
Y si es necesario
llévatelo
al Cielo
al Infierno
O al Purgatorio.
Pero nunca lo
abandones.
Y si tienes que morir
hazlo
con Él.
Hazlo
hasta que solo
queden
las migajas.
Hasta que tengas que matarte
con otro Perro
por el mismo hueso.
Hasta que vagues solitario por la ciudad
y sepas que en tu hogar
(si lo tienes)
aún te
quedarán
los versos.
No pares hasta
que se te gasten
los dientes
y no tengas
ni ganas
de morderlos.
No pares hasta
atragantarte.
Pero aliméntate
de ellos
hasta el final.
Hasta el día en el que todos
los
Huesos
se hayan agotado
y estés tirado
por el suelo
buscando migas
de pan
y gotas de lluvia
sediento.
Entonces
sácalo de dentro
y no lo
vuelvas
a
morder
más.
Nunca más.
Tocó que era justo lo que necesitaba leer hoy. Gracias.
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Gracias a ti por pasarte 😉 un saludo
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